Era un hombre al que no le interesaba saber nada de la Iglesia, pues veía mucha discordia e hipocresía desde afuera. Siempre me invitaban a retiros y nunca quería ir, pues creía que yo era un hombre bueno no mataba, no robaba, etc. Pero un día Dios me salió al encuentro y me mostro cuanto el me ama entregando a su único Hijo Jesucristo para el perdón de mis pecados y mi salvación.

Desde ese momento, experimente como el Espíritu Santo llego a mi corazón y sentí la necesidad de hablarles a otros de mi experiencia con Dios.

Comencé a reunirme en comunidad y tratar de arreglar todas las cosas de vida que no le agradaban a Dios, comenzando por mi hogar y mi matrimonio.

Hoy día, todavía hay muchas cosas que me faltan por cambiar, pero lo mas importante es que se que Jesucristo camina junto a mi y que poco a poco el cambio lo experimentare en el caminar, solo necesito creer y hacer a Jesucristo mi Salvador.